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Atravesando el valle de Fergana y sintiendo el caos de la vieja Ruta de la Seda

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khiva

English translation by google

El valle de Fergana como otros enclaves de la vieja Ruta de la Seda no aparece en ningún folleto turístico y  está alejado de todas las rutas mochileras de Asia. Su nombre en cambio nos evoca tanto a la inestabilidad de su caos geopolítico como a antiguas aventuras de grandes exploradores. Cerrado a los occidentales durante mucho tiempo, la fertilidad de sus tierras  ha visto pasar a imperios y a muchas  leyendas viajeras . Antiguos aventureros e intrépidos viajeros han pasado en otros tiempos por aquí. Hoy en día la compleja realidad de estas repúblicas hace que apenas se visiten las señaladas e históricas ciudades de Uzbekistán.

En estos lugares se siente de lleno el cruce de caminos y el peso de la Historia, pero lo haces con una mezcla de emociones que va desde la euforia a la desesperación. En mi caso iba a atravesar esas fértiles  tierras que evocan a viejos tiempos en los que se comerciaba la seda y los  frutos  en compañía de ideas entre Occidente y Oriente. Ya había leído a Colin Thubron en aquel maravilloso libro de “La sombra de la Ruta de la Seda” , y posiblemente el genial escritor británico estaba en lo cierto al afirmar que al viajar por estas tierras ibas en busca de fantasmas del pasado.

Viajando por aquí te sientes en un lugar alejado de todo, y percibes de lleno que has llegado a lugares que  están llenos de conexiones con la Historia y la geopolítica. Aquí se siente el caos étnico y religioso que hace no mucho conformaba aquel inmenso espacio rojo de  la antigua Unión Soviética. Hoy  en día, con la caída del viejo bloque comunista,  las actuales repúblicas de Asia central navegan entre la incertidumbre, el caos y las identidades inventadas.

Stalin en su locura puso el valle de Fergana como uno de los caóticos rompecabezas de aquella todopoderosa URSS. A finales de la década de los veinte del pasado siglo se creaba en esa zona la división artificial en fronteras inventadas, y todo ello sin respetar ni mirar la compleja realidad étnica del lugar. Tras la caída del bloque soviético era lógico que aquella zona se convirtiera en un polvorín y en uno de los evidentes focos de conflicto  e inestabilidad de Asia Central.en osh

A todo eso hay que unir el fanatismo religioso y el enorme contrabando de droga que atraviesa estas tierras buscando los mercados internacionales. Estamos en un auténtico corredor de la droga que viene desde un cercano Afganistán donde las plantas de adormidera  se convertirán en  la futura  heroína .

Dentro de un coche con un conductor uzbeko y la mochila en el maletero me siento lejos de todo.Al divisar esas montañas  pienso que desde estos lugares los señores de la droga marcan la primera etapa de un mortal comercio mundial que destrozará millones de vidas. El conductor me mira por el retrovisor con una complice sonrisa y creo que puede leer  lo que está pasando por mi mente. Miro al hermoso horizonte y pienso en los grupos étnicos y religiosos enfrentados, en el intenso cruce de razas y pueblos  que marcan de lleno la enorme complejidad de estos territorios.uzbekistan

Atravieso una fantasmagórica y concurrida carretera de montaña en la que varios túneles marcan la entrada con la presencia de  unos temibles militares armados hasta los dientees. Pienso en la dificultad del viaje que me lleva desde Tashkent a Osh. Abandonaba  el complejo Uzbekistán para llegar a un nuevo país atravesando aquella frontera decrépita de una ciudad que en unas horas me recibiría  a oscuras.

En nuestras latitudes conocemos los países de Asia Central con la famosa etiqueta de los tanes, pero no sabemos nada de ellos. Probablemente estos lugares sean una de las zonas del mundo donde más te sientes alejado de todo. La sensación de euforia al visitar lugares como Samarkanda, Khiva o Bujará se mezcla diariamente con las dificultades del viaje. Carreteras infernales, conductores temerarios, comida precaria y calor asfixiante se juntan con la constante burocracia extrema que poco a va mermando la paciencia de cualquiera. Las viejas formas de la Unión Soviética persisten, así que a veces crees estar en otra época y en un mundo muy alejado al que has dejado atrás.crios kirguistan

Las distancias geográficas aquí se ven con otros ojos, los cientos de kilómetros que en otras latitudes son dos escasas horas de autopista aquí se convierten en una jornada diaria de viaje. El tiempo se mira con otras formas, aquí la puntualidad  no importa, estamos ante unos enclaves donde las formas que tenemos en Occidente (y en la mayor parte de Asia) desaparecen por ser inútiles.

Pienso que estamos en una zona a medio camino entre  Asia, India , Rusia y China. Aquellas viejas Repúblicas fueron gobernados hasta no hace mucho con mano de hierro desde la lejana y todopoderosa Moscú. Pero ahora mismo esos tanes son nuevos países prefabricados que avanzan sin rumbo. lenin

El viajar por esas latitudes de Asia Central alejados de la mano de Dios se convierte en una prueba constante como viajero, y yo  no iba a ser menos. La dureza del camino me iba a mostrar de nuevo la necesaria cura de humildad para volver a acoplar la paciencia a mi vocabulario.

Abrumado por el cansancio de un viaje demoledor, llegaba a Osh sintiendo todavía el recuerdo cercano de aquellos colores azul turquesa de Uzbekistán. Y sin quererlo amanecí al día siguiente con la estatua de Lenin presidiendo aquella plaza. Alzando la vista sonreí y me dispuse a seguir disfrutando y aprendiendo de las lecciones que me estaba dando la antigua Ruta de la Seda…

Hoy la cita es: ”Mi peor miedo en un viaje es que no  pase nada. No experimentar nada” Colin Thubron

 


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